Me encanta sorprenderme con nuevas aficiones, más aún cuando éstas son transmitidas por algunas de las personas que quiero.
Todo empezó por ese afán que tengo de desarrollar mi “yo artístico” frustrado, limitado por mi falta de habilidad en los trabajos manipulativos. Siempre he sido un poco desastre con mis manos… o quizás poco paciente en los trabajos de precisión.
Sin embargo, un buen día decidí probar con alguna actividad y… ¡descubrí el CROCHET!
Empecé bebiendo de la pasión crochetera de mi, siempre sorprendente, suegra y una vez engendrada la semilla, sólo hizo falta una buena tarde de tecitos exóticos y confidencias con mi AMIGA, para que esta incipiente afición creciera sin freno. Muestra de ello es este flash del momento crochetero, inolvidable, placentero, acogedor, terapéutico… una tarde de pequeños placeres inmensos.
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Producción lanera de una tarde inolvidable |
El hecho es que, la experimentación con texturas, colores, formas, está siendo sorprendente… un placer en toda regla. De ahí nace este bichillo crochetero, una mariquita hilandera, sencilla pero muy resultona.
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Mariquita de Crochet |
Para quienes quieran probar, el patrón lo encontré en Tejiendo… ¡es muy sencillo!
Así que ánimo y, a llenar las solapas de mariquitas, o como se dice en mi tierra, de “bichitos luz”.